La corrupción se ha constituido en un serio obstáculo para el desarrollo del Peru. Para comprender esta difícil situación por la que atraviesa el país, basta recordar los últimos casos protagonizados por miembros del Poder Judicial y el CNM , así como otros que aún se mantienen impunes.
Lograr la erradicación de este mal , pasa por una urgente toma de conciencia de la población y la aplicación de medidas drásticas y coherentes
Los destapes periodísticos efectuados en los últimos meses sobre actos de corruptela son cada vez mas sorprendentes y reveladores y nos ponen ante el mundo como un país contrario a la legalidad y a la administración de justicia. ¿Pero como percibe la población este fenómeno? Según encuestas difundidas por los medios de comunicación un 48% del electorado rechaza la corrupción y niega su voto a un candidato de ese perfil (significa esto que los restantes si lo harán?) mientras que un 22% afirma que no importa que el funcionario robe si hace obra. Respuestas sumamente preocupantes y desconcertantes que implica una tarea reflexiva inmediata para los electores y la población en general.
La lucha contra esta lacra social, que ocasiona cuantiosas perdidas en las economías de los países en que se enquista, debe ser frontal y sin miramientos. Recordemos que en el Foro Económico Mundial (WEF) se dijo que la corrupción encarece en 10% el costo de hacer empresa y en hasta en 25% el costo de celebrar contratos en los países en desarrollo. Su exterminio exige el compromiso de todos, es decir, de la sociedad en su conjunto . Cuesta aceptar que para algunos empresarios poder vender es tener que pagar, (caso las licitaciones), sin tener en cuenta que entre sus competidores figuran narcotraficantes, extorsionadores, traficantes de terrenos, mineros ilegales, mafias que se apoderan de gobiernos locales, etc. que desvirtúen la legalidad y la limpieza del proceso.
Si ¡ahora! no tomamos conciencia de este grave problema, mañana será muy tarde. Lo más probable es que llegue al poder una banda de mafiosos con fachada de partido político o algún carismático “transformador del sistema” que al inicio «cante y encante» con promesas de acabar con los problemas económicos, la corrupción y la inseguridad ciudadana para después mostrar sus garras e instalar un gobierno totalitario y corrupto.
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